El oasis al final del desierto del dial...

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miércoles, 6 de abril de 2016

Discos: "Mutations" BECK (Geffen-1998)

El diccionario de Real Academia Española de la lengua muestra como primera acepción de la palabra epifanía el siguiente significado: «Manifestación, aparición o revelación». Bien, pues algo similar he experimentado cuando he vuelto a escuchar este Mutations, sexto trabajo del californiano Bek David Campbell, más conocido en el "negocio" como Beck. 
El caso es que en su año de lanzamiento, 1998, no le di mucha bola, si exceptuamos la excitación que me (nos) produjo la sobreexposición a la que me autosometí con aquella maravillosa «Tropicalia». Hoy, con más sosiego y con la cierta garantía que aporta el paso del tiempo, me doy  cuenta de que este trabajo de Beck es una autentica joya de la música ejecutada en su tiempo. Aunque, en realidad, es un disco que no podemos colocar en un lugar cronológico concreto dentro del espectro pop global, se me antoja, aparte de atemporal, adelantado a sus días de grabación. Porque si este álbum se hubiera publicado, por ejemplo, hace una semana no chirriaría ni lo más mínimo. De propina me doy cuenta de que el rubio maravilla de Los Ángeles abre —todavía más— la puerta del eclecticismo que posteriormente otros han mantenido, con mejor o peor fortuna y acierto, de par en par.
Ya sabía de la facilidad de este joven prodigio del pop para mezclar multitud de estilos en sus discos o canciones y también de facturar himnos mutantes (nunca mejor dicho) como pocos músicos de su generación, pero quizá ha arrastrado un cierto aire de creador más de singles que de discos completos, de tender a la dispersión en detrimento de la concreción y al que se le vincula con más frecuencia, incluso más de la que él desearía, con la pista de baile. En Mutations Beck calla una buena cantidad de bocas críticas y sitúa su carrera al alcance de muy pocos de sus coetáneos.

Un disco coproducido por el propio Hansen (también se le conoce como Beck Hansen) junto a Nigel Goldrich —famoso por dirigir el sonido de Radiohead—, grabado en tan solo dieciseis días en los Ocean Way Studios de Los Angeles y en el que colaboran nombres importantes como Roger Joseph Manning (Jellyfish), Smokey Hormel (Neil Diamond, Johnny Cash, Beth Orton) o el hijo de Lenny Waronker y Donna Loren: Joey Waronker. Todos aportaron para ayudar a registrar los sonidos de un álbum facturado en su mayor parte en directo, por lo que el resultado suena cercano y cálido a un tiempo.
Por todos es conocido que Beck es un creador inquieto y un aglutinador de sonidos de primer nivel, quizá por momentos algo deslavazado en su concepción sonora y un tanto megalómano en su planteamientos melódicos, pero con Mutations (el título ya es indicativo) esa mezcla de estilos ya no se produce en una misma canción, sino que se desarrolla conceptualmente como un mantra suave por toda la secuenciación del mismo. Así encontramos canciones que nos recuerdan a Left Banke: «Dead Melodies» y «We Live Again», a Ray Davies: «Bottle of Blues», a Os Mutantes: «Tropicalia», a Gram Parsons: «Canceled Check», a los sonidos crooner: «O Maria» (esta en la línea del mejor Richard Swift), a Jim Reeves meets Tom Waits: «Sing It Again» o a David Crosby: «Nobody's Fault By My Own».  Todas ellas engarzadas en perfecta armonía y ejerciendo de orgulloso altavoz de una manera más que particular de entender la música pop, la de uno de los genios con mayúsculas de la música grabada en los últimos treinta años.



1 comentario:

  1. me flipa ese disco. Es más me pasó lo mismo y el verano pasado viví la misma epifanía con ''Mutations''

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